Tuve varios maestros extraordinarios en mi carrera de abogado en la UNAM, dos de ellos, Dr. Jorge Carpizo, quien me dio la cátedra de Derecho Constitucional y Don Héctor Fix Zamudio, quien me dio Garantías y Amparo.
Los dos cuando se referían a las características que deberían cumplir los ministros de la Suprema Corte de la Nación, sobre todo en su carácter de protectora de la Constitución, señalaban con vehemencia que deberían ser hombres y mujeres que tuvieran «visión de estado» queriendo decir con ello, que, partiendo del hecho que todos serían abogados de profesión, deberían tener principalmente sensibilidad para interpretar la Constitución, con toda la complejidad económica, política, social, histórica y filosófica que ella contiene. En efecto la tarea que tienen los jueces constitucionales no es ver contratos o actos mercantiles o penales o administrativos, sino que fundamentalmente resuelven temas que tocan el corazón de la nación: el aborto, el uso de la marihuana, la protección de los derechos humanos, las controversias constitucionales entre poderes, la aplicación de normas anticonstitucionales, por solo mencionar algunos. De ahí la importancia del perfil de estos jueces. Cuando fui senador tuve la oportunidad de aplicar estos criterios. A mi me toco la enorme responsabilidad de coordinar los trabajos para reformar el Poder Judicial Mexicano, desaparecer la anterior Corte de Justicia en su totalidad, jubilar a todos los ministros y crear el Consejo de la Judicatura. La Iniciativa fue del Presidente Ernesto Zedillo, una de las más trascendentales de su sexenio y de muchos más.
Cuando tomo posesión como Presidente de México, fuimos a saludarlo todos los senadores, a los de Baja California nos tocó ser de los primeros. El primero, el Senador Guilebaldo Silva Cota, yo fui el segundo. Cuando lo salude me dijo el Presidente, «Voy a mandar una Reforma muy importante sobre el Poder Judicial. Te la encargo personalmente. Tu será responsable de que salga bien» y así sucedió. Me dieron bateo libre. La responsabilidad de decidir el contenido y la integración de la Corte, en acuerdo con todas las fuerzas políticas del Senado. Nadie me dio instrucciones ni línea sobre los integrantes de la. Nueva Corte. Le hicimos muchas modificaciones a la iniciativa, por eso fue aprobada por todos. Propuse varios cambios, uno fue lo de la ahora famosa terna para escoger un Ministro. El Presidente había propuesto hacer una propuesta individual, los senadores, encabezados por mi, asumo esa responsabilidad, propusimos la terna. El Presidente no objeto. Así quedó que la propuesta presidencial para ministro debían ser tres personas y no ternas de uno, como han acostumbrado todos los presidentes después de Zedillo. Mandan dos de relleno y uno que sobresale, el que quieren de verdad. Comente arriba que no recibí ninguna línea de nadie, el líder de la Cámara, Fernando Ortiz Arana, me dijo tú decide con la comisión y con los grupos parlamentarios. De los de la lista de 21 candidatos que mandó el Presidente para escoger 11, uno no reunía los requisitos de elegibilidad, era de los mejores, pero era ministro jubilado. Para no lastimar su dignidad y eliminarle en el dictamen, le di la salida de que el mismo renunciara,así sucedió, con gran dignidad se apartó de la selección. Se decía que había varios favoritos, ninguno de ellos quedo como ministro. En su lugar logre el acuerdo de dos casi desconocidos por los senadores, que al fina resultaron ministros excepcionales.Juan N. Silva Meza, a quien conocia muy bien, pues había sido mi maestro de derecho penal y Olga Sánchez Cordero, a quien conocía también muy bien, porque su padre había sido mi maestro y su hermano Jorge era mi compañero en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y ella era una maestra muy prestigiada, al igual que Silva Meza. Los demás eran personas del Poder Judicial, magistrados con enorme prestigio y reconocimiento.
Esa Corte, la de 1994, dignificó al Poder Judicial y fue verdadero garante del orden constitucional. Ahora el Senado está a punto de nombrar a dos. En los nombramientos anteriores el Senado mostró el cobre. Impusieron a un incondicional de Salinas de Gortari quien no cumplía con los requisitos constitucionales y legales, EduardoMedina Mora, un mediocre abogado sin visión de Estado, pero a modo del sistema. Antes había escogido a un amigo de Videgaray, Guillermo Ortiz Mena, ex titular del Sistema de Administracion Tributaria (SAT). Ahora de la terna de mujeres, a juzgar por sus respuestas y perfiles, deberían rechazar a las tres. Ninguna tiene la idoneidad para ser ministro ni llena un vacío de los conocimientos ni el perfil de Olga Sánchez Cordero. De los hombres estoy casi seguro que va a ser Javier Laynez, porque fue consejero jurídico adjunto con Zedillo y con Fox y procurador fiscal con Calderon, tiene la visión y los conocimientos.
Será también a modo del sistema, pues es proveniente de su sector jurídico, pero he trabajado reformas con el y es un hombre con amplios conocimientos jurídicos y con criterio amplio. No debería haber entrado en la terna, porque ya hay dos ministros que llenan ese perfil, ser personas del sistema. Debió ser un académico o profesor prestigiado, para que aportará una perspectiva jurídica distinta a las resoluciones de la Corte , pero claro, el problema es que no hay tampoco personas con visión de Estado ni en las Cámaras ni en el Gobierno federal, todo es o control político o ganancia. Como bien dijo recientemente Roberto Madrazo, las cosas están así en el país porque más que hacer política, hacen negocios. La Nación lo resentirá, pues al no haber ministros con independencia de criterio, privaran las decisiones a favor del poder y en detrimento de los habitantes de nuestro país. Después de escribir este articulo el Senado resolvió los nombramientos. Tal como lo supuse, Laynez fue el elegido y no tuvieron el valor de rechazar la terna de mujeres. Que desgracia, la Nación será la que resienta esta falta de independencia y definición del Senado.
Publicado el día Jueves 10 de Diciembre del 2015.