Compartir Pagina

     A partir del debate generado por el posible aumento del IVA en la frontera, se ha generado un debate adicional, que creo es más importante y profundo. ¿Los representantes, representan? este es un punto central de nuestra democracia., sin dejar a un lado el debate sobre número de diputados y senadores, que por supuesto hay que reducir o su salario alto o bajo, me parece fundamental empezar a presionar para que en la reforma política que ya se anuncia, no se de únicamente respuesta a las inquietudes de los partidos políticos, sino de manera relevante a las de los ciudadanos. Desde antaño he señalado que los legisladores y el presidente, cualquiera que sea su origen partidista, se interesan por los problemas del estado o del gobierno o de los partidos, pero solo marginalmente, en los temas de las sociedad.

¿Que nos duele? ¿Qué hay que cambiar para que tengamos una vida mejor todos? ese debe ser el verdadero interés de los gobiernos. Por desgracia no es así.

Hace varios siglos juan Jacobo Roseau escribió en su libro “el contrato social” una crítica al sistema ingles de la época, que sigue siendo válida, cito “los ingleses creen que son libres, pero solo lo son a la hora de votar” esa afirmación de hace casi trescientos años sigue siendo válida. Todos los candidatos piden nuestro voto y nosotros de acuerdo con nuestra conciencia y convicciones decidimos por quien votar. Hasta ahí todo está bien, pero después de ello, el representante no vuelve a buscarnos porque ya no nos necesita, puede votar libremente las leyes, de acuerdo a su conciencia, interés político o partidista porque no existe ningún vinculo jurídico que los obligue hacerlo. No está atado a ningún mandato. En el caso de México como además no existe la reelección, el representante es, desde el punto de vista constitucional y político, irresponsable. No está obligado jurídica ni políticamente a responder ante los ciudadanos. Por ello su lealtad es únicamente con el partido que lo postulo. Por supuesto existen ciertas variable que se den dependiendo el individuo y si este quiere continuar su carrera política o no. el presidencialismo es otra vertiente, pues cuando hay un presidente fuerte, todos intentaran quedar bien con él, para asegurar continuidad en su carrera política.

Creo que las condiciones están dadas para demandar un nuevo paradigma político, que tenga como centro al individuo, socialmente considerado. requerimos instituciones de democracia semidirecta, que obliguen a los órganos del estado a recabar la opinión de los ciudadanos en temas que se señalen expresamente y que tengan un interés relevante. se debe establecer el referendun constitucional y legal, para temas como el laboral. hacendario, energético, educativo, etcétera, para que sea el pueblo quien decida sobre estos temas de tanta trascendencia y no solo un grupito, en la soledad de una sala de juntas.

En un libro que estoy escribiendo sobre las reformas que a mi juicio México reclama, señalo:
Un elemento central del éxito de las democracias contemporáneas es el poder de los ciudadanos. No habrá reforma que sirva al país, si no se amplían los cauces de participación directa de los ciudadanos en los asuntos del estado. Es una de las demandas más sentidas de la población actualmente“.

     ¿Para qué fortalecer el poder ciudadano?”, no hay respuesta más sensata que para tener buen gobierno; para tener gobiernos responsables y competentes. El buen gobierno incluye la capacidad de gobierno y la reducción de las tendencias sistémicas a la ingobernabilidad. Fórmulas que se ven disminuidas si no encaran la posibilidad de conjugar democracia con poder ciudadano
La demanda social con justa razón manifiesta que el mundo de los políticos cada vez más se disocia de la realidad de nuestras colonias, parques, escuelas y centros de trabajo. Eso tiene que cambiar.

     Las acciones de gobierno deberían cumplir, todas, el requisito de emancipar a la ciudadanía de las ataduras corporativas y clientelares de sus gobernantes. Para ello se requiere una democratización integral, una estrategia que se conciba como su lanzamiento a nuevas formas de convivencia y a mayores condiciones de bienestar. La ciudadanía no emancipada, es una ciudadanía sumisa y sin poder.

     Creo que hoy a través de las redes sociales debemos iniciar una ofensiva exigiendo mayor poder ciudadano, mayor capacidad de decisión de los electores. Si esto se diera, habría mayor legitimidad de las medidas y no tendríamos a tantas gentes manifestándose en calles o plazas, por no haber sido consultados.

     El sistema de la representación sin mandato vinculatorio, que surgió en el siglo XVI, debe dar paso a una nueva forma de gobernar, en la cual los órganos representativos se apoyen en la participación directa de la ciudadanía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *